Sabes que no merece la pena, que ya es inútil, que ni siquiera funcionaría otra vez, que no te merece, que no es lo que tu buscas, ni lo que necesitas. Pero es lo que quieres. Es como una necesidad, una adicción demasiado fuerte, como tener un enorme pastel, de esos de chocolate con virutitas de colores que te encantan, en la mesa justo el día que no has comido nada y no poder probarlo, ni un pequeño bocado, como comer muchas pipas y no poder beber agua después, como estar a 15 centímetros de ti y no poder besarte.
Todo el mundo puede tener un mal día ¿no? O una mala semana...o venga, ¿para qué empeñarnos en seguir mintiendo? Una mala racha, pero una mala racha demasiado larga.