Detrás
de esta sonrisa prepotente tengo algo que se está rompiendo por
momentos, en pedazos, y
duele. Es
como ese queso con agujeros que nunca sé pronunciar, te faltan
pequeños trocitos de ti y crees que te vas a desmoronar de un
momento a otro. Y él no está aquí para ver lo que ha hecho y
sentir compasión a la par de culpa, no se imagina lo que siento, lo
que puedo llegar a quererlo detrás de esta barrera para aparentar
que no me importa lo más mínimo que le coma la boca a veinte zorras
poligoneras que ni siquiera juntas estarían a mi altura, lo sabe,
que me utilice como a una más y que no me trate como yo espero que
lo haga, porque no, él no me quiere. Y esa es la pequeña diferencia
entre él y yo, que yo haría lo inimaginable para que fuese feliz,
aunque fuese lejos de mí, porque me importa, porque le quiero; y él,
él ni siquiera se digna a pensar en alguien que no sea el mismo,
egoísta y cobarde.
Que
me olvide por favor, que no vuelva a aparecer en mi vida, que haga
como si nunca me hubiera conocido, que él es bueno en eso de actuar.
Por
favor, olvídame tú que yo no puedo.