No te pido que me entiendas, no me entiendo ni yo, soy pura contradicción.
Para empezar, mi habitación nunca está ordenada, y cuando lo está, nunca encuentro nada. Además, siempre pienso que ya habrá tiempo para estudiar cuando llegue el fin de semana, y cuando llega, digo que el fin de semana es para descansar. Predico el ahora o nunca, pero nunca salto en el momento correcto, aunque más vale tarde que nunca. Digo que siempre puedo hacer más, pero luego pienso que hice todo lo que pude. Y todavía no he acabado. Creo que en la vida sólo te arrepientes de lo que no haces, que quien no arriesga no gana, pero que tampoco pierde. Evito enamorarme para no sufrir pero no puedo vivir sin él. Siempre cumplo lo que prometo, pero me aterra el compromiso. Soy capaz de escaparme contigo pero espero algo a cambio. No creo en lo eterno pero me asusta la fugacidad del tiempo. Y no acabaría nunca. Entiéndeme, no te pido que me entiendas, sólo que encuentres por mí algo que perdí, que alargues mis fines de semana, que me empujes, aunque salte al vacío, en el momento justo, que exijas la mejor parte de mí, que me enamores más aún, que no me pidas que prometa nada porque no hay nada que prometer, que me ofrezcas tu vida junto a un billete de avión, que detengas el tiempo cuando esté en tus brazos.